Las obras para abrir y poner en valor una parte del refugio antiaéreo emplazado en el subsuelo del centro de la ciudad han arrancado hoy lunes, 30 de septiembre. La actuación se llevará a cabo en dos fases, una primera realizada por arqueólogos para acceder a las galerías y mapearlas, y una segunda para acondicionar y hacer visitable alguna de las estancias de esta estructura defensiva, muy probablemente la que tiene acceso por la plaza Lillo Cánovas.
Esta estructura defensiva cuenta con un nivel de protección integral según el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de San Vicente del Raspeig. El refugio fue construido en el año 1937 para la defensa de la población civil en caso de ataques aéreos. El año pasado el Gobierno municipal dio el primer paso para recuperar la memoria de esta instalación defensiva con la colocación de una estructura acristalada, un punto de luz en el acceso por Lillo Cánovas y una placa grabada con la leyenda: “Acceso al Sistema de Refugios de la Guerra Civil”.
Ahora comienza la primera fase del proyecto, encargado al arquitecto Jaume Giner. Según ha explicado la concejala de Memoria Histórica, Raquel Rodríguez, de Esquerra Unida, esta primera actuación consiste en la retirada de la tierra que obtura las galerías y en el mapeo de las mismas. Los arqueólogos van a comprobar el estado de las distintas galerías que conforman la estructura y, “una vez dispongamos de toda la información, un segundo equipo de trabajo se encargará de acondicionar un espacio del refugio para hacerlo visitable”.
El alcalde de San Vicente, Jesús Villar ha acudido junto a la concejala a conocer de primera mano las obras que ahora se inician. “Damos un paso más para que la visita de los refugios antiaéreos sea pronto una realidad. Es un compromiso que ha hecho el Equipo de Gobierno ya que es historia de nuestro municipio y queremos que tanto los vecinos y vecinas de San Vicente como los visitantes puedan conocer lugares tan significativos de la Guerra Civil”, ha dicho Villar.
Según el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de San Vicente, el refugio estaba dotado de dos galerías, una a lo largo de la calle Mayor y otra perpendicular desde la plaza Lillo Cánovas a la calle Echegaray, con las entradas en los extremos de la cruz que forman las dos galerías.
La galería de Lillo Cánovas está formada por un pasillo abovedado de 1,70 metros de ancho por 190/2 metros de alto, a la cual se desciende mediante escaleras en ‘L’ para evitar la penetración de la metralla. Al parecer, a lo largo de las galerías existen 13 áreas de descanso dotadas de un banco corrido. Los muros de contención parecen ser de mampostería enfoscados con mortero de cemento y las bóvedas están hechas de tres rocas de ladrillo hueco. Existen respiraderos ejecutados mediante tubos cerámicos que actualmente están obturados.
El Cercle d’Estudis Sequet pero Sanet está colaborando en esta iniciativa del Gobierno municipal.