Inicio Actualidad Artículo de opinión de Carlos García Tejerina: «Arde Chile»

Artículo de opinión de Carlos García Tejerina: «Arde Chile»

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El pasado viernes 2 de febrero, en el oeste del continente sudamericano, junto al Océano Pacífico, comenzó uno de los incendios más grandes de la historia de Chile. El principal puerto del país, la ciudad de Valparaíso tiene la característica que desde la gran bahía el terreno sube abruptamente a una serie de alturas, los llamados cerros, que de norte a sur y en paralelo a la costa coronan la ciudad. Entre cada cerro, profundas quebradas se llenan de vegetación que, junto al viento que, perennemente viene desde el mar, sirven de verdaderos sopletes de fuego que arrasan las construcciones. Generalmente, en los cerros de Valparaíso, vive la gente más humilde que con mucho esfuerzo han ido construyendo, cada cual como ha podido y de diversos colores, sus viviendas. El colorido y la forma tan especial de la ciudad, llevaron a la UNESCO a declarar a Valparaíso, Patrimonio de la Humanidad.

Varios incendios han azotado a la ciudad, pero esta vez ha sido un poco distinto, los focos empezaron a unos kilómetros hacia el interior y cuatro de estos, empezaron al mismo tiempo y distantes unos de otros el viernes por la mañana, por lo que se sospecha del carácter intencionado. En el hemisferio sur, en este momento es verano y uno de los veranos más caluroso y seco de los últimos decenios.

El viento, de más de 60 Km/h. esparció el fuego, elevó brazas incandescentes que ampliaron el incendio, no dando tiempo a que muchos habitantes pudieran alejarse de las llamas.

Mientras este escenario dantesco tomaba fuerza, a 800 km al sur, el ex presidente, Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de Chile y el representante de la derecha pinochetista del país, disfrutaba de las vacaciones junto al lago Ranco. El martes, mientras Chile ardía, decidió visitar a un amigo al otro lado del lago, unos 20 kilómetros, como es usual entre los adinerados de Chile, no hizo esta distancia en coche, sino en su helicóptero que el mismo pilotaba.

 Luego de comer, decidió volver a su propiedad y junto a su hermana y un par de amigos, se subieron a la nave y comenzaron el vuelo de regreso. Solo 90 segundos después de despegar, el helicóptero, cayó al lago. Lo raro es que no fue una caída trágica, de esas en que el aparato resulta destruido por el impacto. De los cuatro ocupantes, solo Piñera falleció. Los demás salieron nadando ya que estaban a escasos metros de la orilla.

La televisión nacional de Chile, cambió toda su programación. Desaparecieron de las pantallas los miles de damnificados por el mega incendio. Durante los 4 días siguientes, la programación solo hablaba y mostraba todo lo relacionado con la muerte de Piñera, mientras en Valparaíso los muertos ascendían a más de 150, cerca de 200 desaparecidos y 14.000 viviendas carbonizadas.

Es habitual en el ser humano, que cuando fallece alguien, se olvidan todos sus pecados. En el caso de Piñera, no solo el muerto era bueno, sino, por poco le convierten en santo.

 Sebastian Piñera Echeñique, comenzó su fortuna robando, con todas sus letras, ROBANDO. En 1981, era uno de los gerentes del banco de Talca, junto a dos amigos, lo hicieron quebrar, otorgando préstamos a sus propias empresas. En agosto de 1982, Piñera y sus amigos Miguel Calaf y Alberto Danioni fueron declarados reos. Calaf y Danioni entraron en prisión pero Piñera desapareció, manteniéndose oculto casi un mes. Posteriormente, la ministra de Justicia Mónica Madariaga y el hermano de Sebastian, ministro de trabajo y minería, durante la dictadura de Pinochet, presionaron a los jueces para librar a Piñera de toda acusación. Este es el comienzo de su fortuna, robando bancos. Luego vendría el uso de información privilegiada por la que tuvo que pagar algunas multas, la apertura de cuentas en paraísos fiscales (activas hasta hoy), la evasión fiscal y otros bochornosos asuntos. La fortuna actual de Piñera se calcula en unos 2700 millones de dólares.

En todo caso, esos “pecadillos” son en lo económico y como hombre con cuantiosos recursos, pudo ganar las elecciones presidenciales en dos oportunidades y se preparaba para la tercera en un par de años. Lo terrible, fueron las consecuencias de su segundo mandato.

En octubre de 2019, se produjo un inédito estallido social que comenzó con la desobediencia social de los estudiantes de enseñanzas medias, materializándose en no pagar a la entrada del Metro de Santiago, luego de la subida del billete en 30 pesos (unos 0,03 euros). La consigna era “no son solo 30 pesos, son 30 años”, aludiendo a los tiempos de la dictadura y a los posteriores gobiernos  “democráticos”

Durante el estallido social, Piñera declaró estar “en guerra” contra los ciudadanos que protestaban. A partir de ahí, más de 32 muertos,  más de 3500 heridos de los cuales 359 con traumas oculares (algunos con pérdida total de la visión) debido al disparo de perdigones a la cara de los manifestantes por parte de la policía.

 Como ven, el Santo Piñera no lo era del todo. Mientras muchos le adulan y le rinden homenaje, muchos recordamos la represión al pueblo durante sus mandatos, la forma grosera de amasar su fortuna y la incoherente manera de tapar una tragedia de miles de personas que lo han perdido todo durante los incendios de estos días.