El departamento municipal de Medio Ambiente ha comenzado a actuar contra la plaga de pulgón que surge en esta época de floración de las jacarandas. El pulgón produce una melaza que acaba recubriendo la planta, goteando y provocando suciedad en el entorno del árbol. Medio Ambiente se ha coordinado con el área de Infraestructuras y Servicios Urbanos para las tareas de limpieza mientras se actúa en el centenar de calles del municipio con esta variedad arbórea.
La concejal de Medio Ambiente, Nuria Pascual, ha informado de que tradicionalmente el control de plagas se ha realizado mediante tratamientos fitosanitarios de origen químico, pero existe la posibilidad de hacer frente a las mismas a través de otros métodos más respetuosos con el medio ambiente y la salud de las personas. Ya desde hace varios años se están empleando insecticidas de origen no químico (mezclas de productos naturales que son inocuas para las personas y específicos para la plaga a tratar). Este tipo de insecticidas no perjudican la salud humana ni al medio ambiente, son más específicos de la plaga a tratar, no afectan a otras especies beneficiosas como las abejas y, una vez realizado el control, son las propias poblaciones las que se suelen regular.
La melaza que desprende el pulgón, y que ahora ha comenzado a combatirse, se acumula en las calles originando ocasionalmente molestias, con ese efecto pegajoso que se produce al pisarla. La concejala de Infraestructuras y Servicios Urbanos, Mariló Jordá, en coordinación con Medio Ambiente, ha explicado que los servicios de limpieza trabajan para minimizar las molestias originadas por la melaza en las vías públicas.
Nuria Pascual ha explicado que sobre las jacarandas no pueden aplicarse tratamientos preventivos contra el pulgón. “Hay que combatir esta plaga cuando aparece, de ahí su dificultad para evitar la suciedad en la vía pública”. La concejala entiende que son muchos más los beneficios que producen los árboles en la ciudad que las pequeñas molestias que acarrea (podas, riegos o por la presencia de plagas).
Según el departamento de Medio Ambiente, los árboles filtran el aire eliminando contaminantes atmosféricos emitidos por el tráfico y la industria, como el ozono, el monóxido de carbono, el dióxido de azufre y partículas en suspensión. Por otro lado producen oxígeno y almacenan dentro de sus tejidos dióxido de carbono; se calcula que por árbol se absorbe unas 0,8 Tn, disminuyendo los gases invernadero que producen el calentamiento global de la atmósfera. Gracias a su porte reducen el ruido en las ciudades, actuando como pantalla acústica y en particular, amortiguando la reverberación que provoca el tráfico sobre las fachadas.
Los árboles también suavizan las condiciones climáticas del entorno, reduciendo la temperatura y protegiendo de la radiación directa del sol, lo que a su vez repercute en un ahorro energético en climatización. Gracias a su sistema radicular, sujetan el suelo y ayudan a reducir el volumen del agua de escorrentía, evitando el riesgo de posibles inundaciones. La presencia de especies vegetales aumenta la biodiversidad en la ciudad, incluyendo la fauna que se les asocia. La vegetación embellece la ciudad aumentando el atractivo y mejorando, por tanto, el potencial comercial así como el valor de las viviendas.
En San Vicente del Raspeig, se ha hecho un gran esfuerzo para mejorar el aspecto de la ciudad conservando la vegetación existente e incrementando sustancialmente su densidad. En la actualidad, hay 16.000 árboles y palmeras en las calles y jardines; aún así sólo ocupan el 3,5 % de la superficie de nuestro casco urbano.