Este mes de octubre, el nuevo gobierno municipal del Ayuntamiento de San Vicente, integrado por el Partido Popular y Vox, cumple los primeros cien días al frente del consistorio. Un ejecutivo local, encabezado por Pachi Pascual, que deja luces y sombras; políticas de doble filo que tratan, por un lado, de publicitar logros cosechados en pocos meses pero que, detrás, arrastran una gestión del anterior equipo de gobierno; y por otro, esconder a un socio de gobierno tan impopular como necesario, que es la extrema derecha.
El gobierno de Pachi Pascual cumple los primeros cien días de gobierno dando continuidad a proyectos gestionados por el gobierno socialista. Directamente, han aprovechado la herencia para culminar medidas de varias áreas municipales en beneficio de San Vicente. No obstante, también ha dejado las primeras muestras de la forma de actuar de este nuevo alcalde que desconfía de sus concejales, se escuda en el victimismo para tratar de ocultar su inexistente plan de choque y adopta una actitud autoritaria en los plenos.
Sobre las luces de PP y Vox, ambos partidos han seguido con las políticas iniciadas por el anterior gobierno socialista, como es el caso del contrato de desbroce y contenedores. En bienestar social, se gestionó, a través del Contrato Programa, la ampliación de 19 plazas de forma estructural que ahora se están cubriendo con interinos procedentes de bolsas de otros ayuntamientos -convenios firmados también por el PSOE en el anterior gobierno con ese fin-.
También es herencia socialista la oposición de la Policía Local para disponer de tres agentes en el turno de Movilidad y otros cinco de Turno Libre, un proceso enturbiado por sospechas de oscurantismo por parte del actual responsable político de la Policía, Adrían García (Vox).
A nivel de infraestructuras, podemos citar las obras de ampliación y mejora del cementerio municipal y la recuperación de los bajos del Ayuntamiento para la exclusividad de la atención de la ‘Dependencia’ de los Servicios Sociales. Estos son sólo unos ejemplos de las políticas aplicadas por la derecha, pero que llevan el sello del PSOE. Son políticas de corte progresista, que esperamos que los dos partidos que ahora gobiernan San Vicente sigan aplicando.
Tras este breve repaso, es momento de centrarse en las sombras de un gobierno local que ha recuperado, antes de lo previsto, las formas del viejo PP. Una política rancia que, de vez en cuando, trata de coartar y amordazar a la oposición cuando pretendemos preguntar en los plenos.
Nos llama poderosamente la atención que Pascual sea tan meticuloso con las preguntas de la oposición cuando, el anterior alcalde, Jesús Villar, dejaba que PP, Cs (partido en el que militaba el actual primer edil) y Vox, preguntaran, repreguntaran y replicaran a los concejales de PSOE y EU sobre cualquier cuestión. Ahora, el PP quita la palabra a ediles de la oposición y, en concreto, el alcalde no deja contestar a sus compañeros de gobierno, quizá por miedo a que la ciudadanía descubra las limitaciones de los mismos y la ausencia de un proyecto político para San Vicente.
Pachi Pascual se ha escondido en un discurso victimista para tratar de esconder su gran mentira: el plan de choque de limpieza. Una medida que se ha quedado en papel mojado, porque San Vicente sigue estando igual o más sucio, porque la solución definitiva pasa por sacar adelante un nuevo pliego. Está siendo un alcalde que prefiere lamentarse de una herencia que, presuntamente, desconocía, en lugar de aportar medidas y políticas para que la ciudad avance y mejore.
Lamentamos así la mirada cortoplacista de un representante que solo ha sabido recuperar algunos servicios con contratos menores, pero esto es pan para hoy y hambre para mañana; que aplica una política demagógica, que roza la mentira, especialmente cuando se trata de la ampliación de la plantilla de Servicios Sociales y de las actuaciones extraordinarias de Limpieza.
PACTO DE LA VERGÜENZA
Aunque uno de los aspectos más importantes de esta nueva etapa política es la entrada de Vox en un gobierno municipal de San Vicente. Somos el único municipio de la comarca en el que gobierna la extrema derecha. Pero más allá de esto, Pascual ha sumado con Vox con el objetivo de otorgar un gobierno estable a la ciudad. Pero sus verdaderas intenciones han sido las de acomodarse en una mayoría plenaria y apoyarse en un socio que no ha firmado el pacto de buen gobierno del Ayuntamiento.
La realidad es que los cincos concejales de Vox están desaparecidos. Pachi Pascual lo ha ocultado dándoles áreas y responsabilidades intrascendentes en el Ayuntamiento, sin relaciones con los vecinos ni políticas que conecten con la calle. Solo están para sumar votos y ser el brazo en el que se apoya un PP que aspiraba a la mayoría absoluta pero que, al igual que en la Generalitat Valenciana, ha tenido que caer en un pacto de la vergüenza con la extrema derecha. Un partido que se presentó a las elecciones locales con un folleto de diez medidas, negacionista de la violencia machista, del cambio climático; que combate las políticas medioambientales, antiabortista y que persigue los derechos del colectivo LGTBI
CONCLUSIÓN
Valoramos positivamente que el equipo de gobierno haya dado continuidad a las políticas iniciadas por el partido socialista y esperamos que aprovechen toda esa herencia recibida para mejorar San Vicente. No obstante, censuramos la espiral demagógica del alcalde que, para tapar sus mentiras, recurre una y otra vez a una actitud victimista, incompatible con un proyecto para San Vicente, basado en la ilusión mirando al futuro.
Y lo más importante, el gran problema del municipio se sigue sin resolver, como es la limpieza. Como ya advertimos los socialistas, el ‘Plan de Choque’ no es más que jugar malintencionadamente con los sentimientos de la gente. La limpieza se resolverá cuando salga el nuevo contrato en 2025, y esperemos que este contrato cubra las necesidades de un municipio de 60.000 habitantes, y que, aspira a aumentar su población conforme pasan los años.